Historia de la cirugía estética
Hace ya más de 2.000 años, el famoso médico indio Susruta se servía de tejidos procedentes de la mejilla y también de la axila o sobaco del paciente intervenido para reparar no solo la nariz, sino también para reconstruir orejas deformes o malformadas.

Muchos años más tarde, ya en la Roma clásica, el filósofo griego Celso describe en su De re medicina una serie de operaciones quirúrgicas realizadas en el siglo I que afectaban a nariz, labios seccionados o partidos, mandíbulas destrozadas y orejas deformes. Escribe Celso: “Nada es tan grotesco que no pueda adquirir un noble aspecto si se trata convenientemente”.
En el siglo IV, Amintas de Alejandría llevaba a cabo, en aquella famosa ciudad egipcia de cultura griega, intervenciones que reformaban las más deformadas narices. Era natural que esta parte del cuerpo fuera la más intervenida, la que más atención recibiera o estuviera más necesitada de tratamiento reparador o estético si se tiene en cuenta la costumbre antigua de amputar a delincuentes y enemigos esta parte del rostro.